
Daniel Orlando Lara, fotógrafo y artista plástico tulteco con una trayectoria internacional, denunció públicamente al Gobierno Municipal de Matamoros por utilizar sin autorización ni crédito su imagen icónica de la Cuera Tamaulipeca, originalmente creada para una sesión fotográfica privada y posteriormente publicada en la revista Vogue. La obra, que retrata el traje típico de Tamaulipas confeccionado por el fallecido artesano Don Ramón Mendoza del taller Ángel Piel de Tula, fue empleada en un cartel promocional de un evento cultural sin consultar al autor ni reconocer su autoría.
Daniel Orlando, cuya carrera abarca exposiciones en diversos países y reconocimientos por su talento en la fotografía y las artes plásticas, es un defensor acérrimo de la identidad tulteca. En redes sociales, destacó que la fotografía en disputa fue producto de un proceso creativo meticuloso: “Se hicieron bocetos, fue una imagen planeada, no un simple disparo al azar”. Criticó la falta de rigor del municipio al usar su trabajo: “Si la están copiando para una pintura o un cartel, demuestran carencia de respeto y de ideas propias”. Además, subrayó que la cuera retratada fue elaborada en Tula —epicentro de esta tradición artesanal— y no en Cd. Victoria, como erróneamente se habría sugerido, y para cuya imagen se utilizó promocionando productos de los artesanos Haberli.
El reclamo trasciende lo legal —con una posible demanda por violación a derechos de autor— para enfatizar un problema sistémico de apropiación y desvinculación cultural. Lara, quien en cada proyecto fotográfico exalta con orgullo las tradiciones, paisajes y postales emblemáticas de Tula (pueblo mágico), señaló que el taller *Ángel Piel*, ahora dirigido por el hijo de Don Ramón Mendoza (QEPD), representa una herencia que el gobierno municipal ignoró. *“No solo me roban a mí: le roban a Tula su identidad y a los artesanos su legado”*, afirmó.
El artista exigió una disculpa pública e invitó a las autoridades a visitar Tula para conocer la labor de los artesanos, su gastronomía y arquitectura: *“Que aprendan de dónde viene realmente nuestra cultura, no desde un escritorio”*.
El caso evidencia un patrón preocupante: instituciones que usan obras artísticas sin consultar a sus creadores, aun cuando estos, como Daniel Orlando Lara, tienen décadas aportando visibilidad global a los símbolos locales. La falta de crédito no solo desincentiva a los artistas, sino que borra el contexto histórico de comunidades como Tula, marginadas en la narrativa oficial pese a su riqueza cultural.
Mientras el gobierno del municipio de Matamoros mantiene silencio, el incidente replantea preguntas urgentes: ¿por qué se celebra la cultura tamaulipeca en discursos, pero se pisotea a sus guardianes? ¿Cómo es posible que un artista con el prestigio de Lara —cuyo trabajo ha cruzado fronteras— sea ignorado por las mismas autoridades que deberían proteger su patrimonio?
La omisión no solo es un agravio al autor, sino un mensaje de desprecio a quienes, como los artesanos de Ángel Piel, mantienen vivas tradiciones en riesgo. La pregunta queda flotando: ¿Merecen los creadores y las raíces que inspiran sus obras algo más que indiferencia?