Al igual que en una justa deportiva, en la política también hay personajes competentes que logran demostrar su supremacía ante sus oponentes. Traigo esto a colación porque el actual jefe del Ejecutivo Federal ha demostrado con creces ser un as en el juego de la política. Y vaya que la política es el arte de comer ‘porquería’ y no hacer gestos.
Conectando magistralmente con las masas a través de las famosas mañaneras, vimos a un fortalecido López Obrador ponerse los guantes frente a sus opositores: los otrora poderosos personajes de extracción panista y priista, y uno que otro extranjero que, pecando de ingenuo, quiso entrarle al quite defendiendo mezquinos intereses económicos y privilegios de unos cuantos.
A escasos días del cambio de poderes de la nación, donde se impondrá la banda presidencial a la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, podemos concluir que no le quitaron un solo pelo al gato. Quizá uno que otro tímido raspón que solo le arrancaba una sonrisa sarcástica como diciendo ‘no me dolió’, expresión típica de un peleador callejero que sabe de barrio.
Se va Obrador con muchos detractores, mismos que representan a menos de un tercio de la población total del país, dentro de los cuales, con honrosas excepciones, se encuentra lo más rancio de este país. Entre ellos, decenas de comunicadores que eran capaces de vender el alma al diablo con tal de llevar agua para su molino, mismos que hoy respiran por la herida porque les levantaron la canasta.
No todo lo que expresa la oposición está fuera de la razón, ya que el presidente deja temas pendientes por resolver. Uno muy delicado es el tema de la seguridad, pues la percepción y la realidad reflejan un México agraviado, que se sigue bañando en sangre y que demanda resultados inmediatos.
Lo cierto es que, congruente con su discurso ‘Primero los pobres’, AMLO ha cumplido con las personas de la tercera edad, un sector vulnerable de la sociedad, así mismo, otorgó becas a los jóvenes para que concluyan sus estudios. Además, el presidente deja huella trascendental en temas de infraestructura tales como el Tren Maya, las refinerías, el Aeropuerto Felipe Ángeles, tramos carreteros, entre otros.
La luna de miel del grueso popular con Andrés Manuel López Obrador nunca terminó; su popularidad al final de su gestión registra cifras que sus antecesores jamás alcanzaron. Algo debió hacer bien. Supo tocar las fibras más sensibles de un pueblo dolido, explotado y saqueado por algunos extranjeros y no pocos políticos connacionales ambiciosos que jamás fueron dignos de conducir los destinos de este hermoso país.
Poy hoy es todo, que Dios les bendiga y hasta la próxima.